La tercera versión del Festival Vida y Memoria, tuvo apertura la mañana del treinta de abril. Con exposiciones artísticas, una feria artesanal y artística, talleres de serigrafía y grabado, autogestión y cooperación, los estudiantes se concentraron nuevamente en las ágoras.
En este histórico espacio propio del estudiantado, se propuso el arte como herramienta de memoria colectiva, resistencia y re-existencia. Una combinación de técnicas artísticas con ejercicios de reflexión crítica acerca de la historia, identificando las representaciones de lucha y esperanza.
Jóvenes en la construcción de paz
Jefferson Smith Gómez estudiante de séptimo semestre de la Licenciatura en Ciencias Sociales y miembro del comité organizador del Festival vida y memoria, detalló “uno de los objetivos era visibilizar las distintas propuestas artísticas culturales y políticas que como estudiantes jóvenes y ciudadanos tenemos para aportar a la construcción de paz”.

El estudiante agregó que el espacio, buscó visibilizar “esas memorias que se han venido tejiendo desde el estallido social como eje fundamental”. Vale resaltar, que este festival surge como homenaje a la vida y memoria de Juan Diego Perdomo Monrroy quien falleció el 28 de abril de 2021, día en que se llevó a cabo una movilización masiva en todo el país.
Jefferson afirma con optimismo que los objetivos del festival se cumplieron: generar un impacto en la comunidad universitaria, visibilizar el espacio y compartir, el trabajo en equipo y la participación de los asistentes en los talleres.
Aunque Gómez cuestionó el apoyo que reciben este tipo de iniciativas, “a la hora de los estudiantes proponer, digamos diferentes actividades, siempre hay pugnas… la centralización de las actividades que no permiten de una otra forma un diálogo, una construcción entre la comunidad y las institucionalidades”.
Encuentro generacional
Desde el primer día de Festival Vida y Memoria III, la comunidad universitaria se reunió en torno a las actividades propuestas por la organización. Un espacio de creación propicio para todas las generaciones: estudiantes de preescolar, primaria y universitarios siguieron las instrucciones de los talleristas, convirtiendo el arte en una herramienta de re-existencia para sembrar historia.
Además de los talleres, durante el primer día en las ágoras, la Sazón de Freire y los estudiantes que apoyan esta colectividad, aliñaron el símbolo de unidad, resistencia y solidaridad alrededor de la ‘olla comunitaria’.
El concurso de música Andina que se realizó durante esta jornada tuvo gran acogida. El objetivo de “Sonidos Ancestrales: Vientos de la Memoria” fue resaltar la importancia de la música andina, el cual se ha transformado en un género representativo de las luchas y resistencias, así como en la construcción de identidad.

Mientras los estudiantes preparaban las pastas a la carbonara, Alexa Murcia estudiante del programa Comunicación Social y Periodismo, Steven Flórez de Física y el docente Hugo Alberto Iles, tenían la importante tarea de elegir entre los talentos que aporta la riqueza cultural de la comunidad universitaria. Valentina Bonilla se quedó con el honor del primer lugar, los Pregoneros Vientos Del Sur, fueron los segundos mejor calificados por el jurado y David Astudillo cerró la clasificación.
Sin embargo, la organización y el público destacó la participación de Juan Manuel Campo, Miguel Serrato, Hugo Felipe y Max Luan, por las puestas en escenas que sirvieron para rememorar escenarios a través del arte y la música.
Trabajadores y estudiantes, organizados
La conmemoración del primero de mayo fue el escenario en que los estudiantes hicieron homenaje a la vida y memoria de los “compañeros sembrados”. Las consigas de Juan Diego Perdomo Monroy, Tarsicio Medina Charry y Miller Andrés Blandón Álvarez, símbolos de lucha y resistencia juvenil, hicieron eco desde la Universidad Surcolombiana, hasta el Parque Santander.
Neiva se vistió de gala durante la jornada, en las calles un desfile de colores y el sol reflejado en el amarillo predominante de las camisetas y la bandera, un símbolo de alegría y júbilo entre los marchantes. Jhon Henry Narváez, líder social y campesino del Corregimiento Aipecito, manifestó durante la marcha que los campesinos se movilizaron por la paz en los territorios.
El Día del Trabajo en Colombia, evoca la lucha histórica de la clase trabajadora por la dignificación y los derechos laborales. En1914, la Unión Obrera de Colombia convocó una manifestación en Bogotá, también conocida como «la fiesta del obrerismo». Desde entonces, esta fecha ha servido como soporte para exigir garantías laborales.
Cabe mencionar que, este día también es un homenaje a los «Mártires de Haymarket», ocho obreros que fueron condenados y ejecutados en 1886. En el transcurso de una huelga en Chicago, en la que reclamaban una jornada laboral de 8 horas.
Arte y resistencia
La jornada culminó el viernes dos de mayo, armonizada por la olla comunitaria puesta por las manos de estudiantes vinculados a La Sazón de Freire. El taller de cerámica cautivó a los participantes, pese a que su instalación se dio desde tempranas horas de la mañana, se mantuvo hasta las seis, sirviendo de atracción a niños, jóvenes y adultos.
El festival que busca reivindicar la vida y memoria de los estudiantes que fallecieron a causa de la represión; sirvió para vincular el arte surcolombiano con colegas de la Fundación Universitaria Navarra.
Posteriormente la escena Rap de Neiva se dio cita en la tarima, quienes se encargaron de ambientar el cierre de la jornada con la ‘batalla de gallos’, un concurso de improvisación con temática del estallido social del año 2021.
