En el municipio de La Plata, Huila, no hay persona amante del asado huilense que no conozca a Doña Amanda. Mujer, mamá, abuela y hermana que es conocida por sus platos típicos, propios de una cocina de raíz antigua. Suregión habló con ella para conocer sobre gastronomía huilense y sobre cómo el amor por la cocina la ha llevado a cautivar corazones con cada bocado.
Por: Sebastián Vitoviz Artunduaga
Estudiante de Comunicación Social y Periodismo
Para Gloria Amanda Artunduaga Calderón, su oficio es lo más sagrado de su vida, pues para ella cocinar no es solo juntar ingredientes. Es integrar experiencias, emociones y realidades. En sus platos se conservan las enseñanzas de muchas generaciones de mujeres que, como ella, no han tenido un camino de color de rosas, pero que han sabido superar todos los obstáculos presentados en sus vidas con una sonrisa y con “berraquera”.
Gloria Amanda es huilense, “nacida y criada en el municipio de La Plata”. Viene de una familia liberal. Su papá era de Guadalupe Huila. Por cuestiones de trabajo llegó al municipio de La Plata Huila, donde conoció a Saturia Calderón, su madre. Se asentaron a vivir en la Vereda Segovianas, en una finca llamada hoy en día “Llamarada”, en honor a la canción escrita por el compositor huilense Jorge Villamil Cordovez.
Su familia era campesina, humilde. Los esposos, con esfuerzo, la sacaron a ella y a sus 12 hermanos adelante. Todos llegaron a vivir juntos en esta parcela, con una madre fuerte de carácter y un padre que “nos perdonaba muchas cosas a nosotras las mujeres pero que con los hombres siempre tuvo mano dura”, cuenta doña Amanda.

¿Cómo era su vida en el campo y qué influencia tuvo eso en su relación con la cocina?
La vida en el campo era muy tranquila, llena de paz, mi mamá y mi papá nos enseñaron a todos a trabajar, a ser solidarios con todo el mundo, a ser unidos con mis hermanos, todo siempre desde la religión católica. Mi mamá siempre se preocupó porque fuéramos mujeres de casa, que aprendiéramos a hacer las comidas típicas de cada época del año como lo es en navidad; los dulces de noche buena, natilla, pan mojado y el pindo no podían faltar. En San Pedro, el asado huilense, tamales, bizcochuelos, la mistela, el sabajón, los insulsos, la lechona, las arepas oreja de perro, y el pan, significan para mí, hoy en día, los inicios de mi amor por la gastronomía huilense y la razón del por qué puedo transformar esas enseñanzas en la sazón tan característica que se ve reflejada en mis platos.
¿Desde cuándo comenzó su pasión por la cocina? ¿Hay alguna persona en particular que la inspiró?
La verdad, a mí no me encantaba cocinar. Yo me gradué en la Normal Departamental de Neiva, ingresé a trabajar con el magisterio, pero me di cuenta en esos dos años que estaba en el lugar equivocado. Cuando regresé a mi casa estaba algo desorientada, pues no sabía a qué dedicarme; en ese momento, con una hermana, nos dio por hacer unos 100 tamales para vender en el pueblo. Esos primeros 100 tamales, considero yo, fueron los que me abrieron los ojos frente al oficio en el que yo me podría desempeñar, pues todos los que me compraron en esa ocasión quedaron encantados con mis tamales. Desde ahí comencé a hacer cursos de cocina con diferentes entidades como el SENA, Comfamiliar, La Escuela Hogar Misael Pastrana, y en el Hotel Plaza en la ciudad de Neiva. Si yo no hubiera hecho esos 100 tamales yo la verdad no sé donde estaría hoy en día, me alegra haber tenido con mi hermana esa conversación sobre tamales.



¿Qué platos típicos del Huila son los que más vende y por qué cree que son tan populares?
El asado huilense es uno de mis platos insignia. Yo me preocupo siempre por la calidad de la carne con la que se hace. El amor es una parte fundamental de mi receta y digamos que puede llegar a existir algún ingrediente secreto, pero me lo llevaré a la tumba. Así mismo, mi lechona, el sancocho de gallina y mis platos fríos, como los rollos de carne, considero son los más vendidos en temporadas altas.
¿Qué importancia cree que tiene la cocina huilense dentro de la gastronomía colombiana?
En comparación con otras regiones, no tenemos nada que envidiar. Nuestras fiestas de San Pedro, que atraen muchos turistas, le recuerdan a Colombia que en el Huila se come sabroso, que en el Huila preservamos nuestras tradiciones, que desde el Huila aportamos a la diversidad hermosa de Colombia que es tan admirada en otros países y continentes.
Cuando viaja al municipio de La Plata para la temporada de Navidad y San Pedro, ¿qué significa para usted reencontrarse con su clientela que la espera con tanto cariño?
Siempre voy a sentir alegría al llegar a mi pueblo natal. Me llena el alma y me da felicidad reencontrarme con las personas que desde un inicio me apoyaron, así sea con la compra de una libra de morcilla, pues fueron parte de mi proceso. Todas esas personas que creen en mis manos para preparar los platos que compartirán en familia, saber que tienen esa confianza en mí, es muy enriquecedor. No es solo el sabor de la comida, también es la presentación del plato y la atención que uno le ofrezca al cliente. Por esta razón cuando me llaman a preguntarme sobre cuándo voy a estar en el pueblo o qué voy a preparar para este fin de semana, en mi mente sé que he hecho las cosas bien con mi trabajo, pues me han vuelto a buscar.
¿Cómo se prepara mental y emocionalmente para esas temporadas tan ocupadas y especiales como San Pedro y Navidad?
Primero, siempre le pido a Dios mucha salud. Me organizo con una agenda anotando los pedidos que tenga y así no olvidar a ninguna persona. En San Pedro, hablar con las personas que me surten la carne para buscar siempre la mejor calidad. En navidad, preparar las frutas con mucho tiempo de anticipación, pues los dulces de noche buena son mas demorados de realizar. La panela para la miel se consigue de las moliendas que hay en el pueblo, yo agradezco gozar de una calidad excelente de todos mis ingredientes, pues estamos en una zona muy rica en árboles frutales, hiervas aromáticas y buena carne de cerdo. Sumado a esto, el municipio de La Plata al ser la capital folclórica del Huila está llena de la cultura inicial, que es lo que les da sabor a los bailes y a los platos que se preparan allí.
Es muy común que uno en estos trabajos tenga que trasnochar o madrugar, pero es parte del proceso. No estamos tan seguros como para dejar la lechona en el horno de leña y no quedarse cuidándola, es parte del cariño que le agarramos a nuestras preparaciones.
¿Cómo ha influido su trabajo como cocinera en el desarrollo y bienestar de su familia?
Mi profesión me dio esa estabilidad económica para poder sacar a adelante a mi hija. Le di estudio con los almuerzos que vendía, con las comidas que preparaba, para que ella hoy en día sea profesional. Con mi familia en general he colaborado mucho, a hermanos y sobrinos; nunca en mi casa se le ha negado ni se le negará un plato de comida a alguien, pues en mis principios siempre ha estado, aunque sea, ofrecer un vaso de agua a quien llegue de visita.
¿Qué le ha enseñado la cocina, tanto en lo laboral como en su vida diaria?
La mayor enseñanza es la de recibir las críticas con amor, pues muchas veces uno no ve las fallas que tiene hasta que otras personas desde fuera se las dice. La cocina a mí me ha enseñado a tener buena relación con las personas, saber cómo tratarlas, saber qué decir y qué no decir para no entrar en discusiones; para mi vivir, me ha regalado experiencias muy interesantes, tanto así que hasta hoy que me hacen esta pregunta logro reconocer por qué he tenido los cambios tan buenos en mi vida: todo es gracias a cocinar.