Nuestra colaboradora Adriana Reyes, estudiante del programa de Comunicación Social y Periodismo, se animó a leer y reseñar un libro publicado hace casi 20 años (en 2005), titulado Entre el vértigo y la memoria, cuyo autor es el profesor Juan Carlos Acebedo Restrepo, quien presenta un diagnóstico de las prácticas periodísticas propias del Huila y la región sur a comienzos del siglo XXI. En esta lectura que actúa como puente entre las preocupaciones de varias generaciones de periodistas, Reyes encontró algunas pistas para reflexionar sobre la identidad profesional de su propia generación.
Por: Adriana Reyes, estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Usco.
Tuve la fortuna de obtener un libro que reúne ensayos y artículos sobre periodismo en la región Surcolombiana, titulado Entre el Vértigo y la Memoria, de Juan Carlos Acebedo Restrepo, obra que, si bien me fue nombrada algunas veces en la clase de periodismo, jamás me tomé el tiempo de buscar. Pero ahora, luego de darle su merecida leída, considero que ofrece una valiosa guía, al aclarar las dudas en cuanto a lo que se comprende por verdadero periodismo.
Dividida en 3 partes, esta obra ofrece un respiro a las altas cargas informativas, noticias y sucesos imprevistos con los cuales somos bombardeados diariamente; atendiendo, igualmente, a la necesidad de redirección, reinterpretación y resignificación del periodismo, debido a que este ha tomado un rumbo distinto que soslaya su principal propósito, promovido por periodistas colombianos como José Antonio Osorio Lizarazo, Felipe González Toledo, Antonio Morales Riveira, Juan José Hoyos, entre otros.
La obra de Acebedo, cuya única edición tuvo lugar en 2005, bajo el sello de la Editorial Universidad Surcolombiana, inicia retrocediendo algunas décadas y dando un pequeño vistazo a lo que hace unos años era considerado como buen periodismo, con el fin de describir más adelante el ejercicio de esta profesión en los primeros años del presente siglo. Entonces, el eje primordial de la labor del reportero residía en hurgar dentro de los pozos más profundos de la realidad y convertir los hallazgos en piezas comunicativas. El autor nos remonta a los orígenes de las prácticas periodísticas, tanto en el país, como en la región, para así, esclarecer el panorama de comienzos del siglo XXI e instruir a la nueva generación de periodistas en cuanto al correcto ejercicio de su profesión.
Hoy en día se libra una batalla campal entre los distintos medios de comunicación por obtener la primicia o el mayor impacto en el público. Los medios tienen un afán incontrolable que provoca una práctica periodística insensible, insípida e, irónicamente, desinformada. El reportero del siglo XXI prioriza, quizá por limitaciones impuestas por el medio al cual pertenece o, por conveniencia propia, la versión de las figuras del poder, las sobresalientes y las que, en teoría, son las que tienen la información oficial. Descuidando a las personas que viven diariamente los sucesos, de los cuales pueden dar cuenta exacta.
La primera parte del libro de Acebedo se titula Periodismo y Memoria y se compone, a su vez, de tres capítulos. En este apartado el autor señala los pasos iniciales del periodismo en Colombia y las dos vertientes que de él se desprenden: el periodismo vertiginoso y el que aspira a contribuir a la memoria colectiva. Nuestra sociedad actual se rige bajo la prontitud de la información y el desinterés por el relato parsimonioso, lo que es justificado con un impasible “la gente ya no tiene tiempo”. Una frase que, a mi parecer, recae en una imprudente generalización y una excusa idónea para la insipidez.

Ante lo anterior, Acebedo menciona al periodista bogotano José Antonio Osorio Lizarazo (1900-1964) y se propone con él apuntar las fallas que el periodismo moderno retiene: “Por eso Osorio Lizarazo nos resulta hoy en día indispensable en el periodismo. Para entender las huellas perdidas del pasado, para aguzar nuestro juicio sobre las mediocridades del presente y para intentar darle continuidad y nuevos desarrollos a nuestra no despreciable tradición periodística” (Acebedo, 2005, p. 64). En esta medida, se destaca la labor de Osorio Lizarazo en la inserción de la literatura realista en el país, al desarrollar sus relatos desde la originalidad de la experiencia, la crudeza de la realidad y la creatividad de la ficción.
En Periodismo y Región, título de la segunda parte del libro, el autor se refiere al periodismo en el departamento del Huila en la encrucijada de finales del siglo XX e inicios del XXI; a las complicaciones que hace dos décadas experimentaban los reporteros huilenses, a sus modalidades de escape, la implacable baja remuneración, la propensión a “inflar” o, en su defecto, “fabricar” las noticias; las narrativas sesgadas e imparciales; las nociones más extendidas sobre el concepto de lo que es “noticia” o noticiable y el periodismo más acertado que se deseaba implementar en esos años.
Las distintas versiones de un hecho complejizan el trabajo del periodista, pues, él debe debatirse entre las variadas e incluso contradictorias interpretaciones. ¿Cuál es la realidad? ¿Quién miente y quién dice la verdad? En estos casos, lo más factible, aparentemente, es darle la razón a la fuente oficial, pues se presume que ofrece una visión neutral y libre de sesgos. Pero es exactamente esto último, mezclado con la permanente coerción de los medios por la celeridad informativa y el asedio constante de una prensa sensacionalista, el motivo de la inexactitud, exageración y oblicuidad en el periodismo.

En la tercera y última parte del libro titulada Recensiones, Acebedo enaltece la brillante labor de periodistas colombianos tan sobresalientes como Felipe González Toledo, Antonio Morales Riveira, Juan José Hoyos, a través de una serie de reseñas críticas a algunas de sus obras más significativas.
20 crónicas policiacas: las memorias de un reportero sobre medio siglo de crímenes en Bogotá, es el libro de Felipe González Toledo que Acebedo reseña inicialmente. En su comentario crítico se empeña en demostrar al lector el trabajo que tenía el hecho de ser periodista a mediados del siglo XX, al afirmar que este no era un oficio para burócratas, pues, “el periodista judicial de esos años era un investigador independiente, un reportero tenaz y de la calle, no un simple burócrata, como los que predominan hoy, (…) que tienen por única fuente el boletín de la policía y no abandonan el escritorio para verificar por su cuenta” (Acebedo, 2005, p. 161).
En El Expediente Censurado de Morales, el reseñista destaca el libro del mismo nombre de Antonio Morales Riveira, el cual incluye textos que originalmente iban direccionados a la televisión, y se transformaron en crónicas periodísticas escritas. Acebedo analiza algunas de las crónicas del libro y destaca la destreza del autor al nutrirse de elementos de la literatura, antropología, historia y política, otorgándole dominio en la construcción de sus personajes que representan las condiciones sociales desestimadas.
Seguidamente, Juan Carlos Acebedo escribe una reseña a El Oro y la Sangre, libro de Juan José Hoyos, en el cual se relata la historia de los indígenas Emberá que fueron equívocamente señalados de asaltar una mina de oro en el Chocó. Acebedo resalta el método periodístico de Hoyos, caracterizado por “la paciencia en el seguimiento de una historia a lo largo de tres lustros, la obtención de múltiples fuentes testimoniales entre los testigos y protagonistas de la historia, la vasta documentación en archivos no sólo oficiales, sino también de las organizaciones indígenas y de los misioneros; el conocimiento directo de la zona y la conversación con las personas que padecieron los hechos” (Acebedo, 2005, p. 171).
Conflicto en la periferia es el título de la reseña del libro Historias de la Sierra y el Desierto. Conflictos culturales en el Huila entre 1940 – 1995, escrito por William Fernando Torres, Luis Carlos Rodríguez y Mercedes Salazar. En él se describe un estudio acerca de las culturas y tradiciones de diversos municipios del departamento del Huila. Un libro que, en palabras de Acebedo, provocó en él la intención de opinar sobre asuntos que van más allá de los límites de su disciplina, pero que “deberían servir para dar la partida a un número cada vez mayor de investigadores en el terreno de las ciencias sociales, humanas y de los estudios culturales para seguir adelante y despejar nuevas incógnitas” (Acebedo, 2005, p. 176).
Acebedo fue editor del libro cuya reseña crítica se instala en las páginas finales de esta recopilación. Neiva, nave, novia (2002). Este libro reúne, a través de crónicas y reportajes escritos por estudiantes y profesores del programa de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Surcolombiana, la historia de una ciudad, dándole voz a sus habitantes más afectados y a la naciente juventud interesada en lo social. Con esta reseña, Acebedo enaltece el buen ejercicio periodístico al demostrar que está lejos de las oficinas, la burocracia y la inmediatez. Más bien, está compuesto por una “investigación propia, conocimiento cercano de los hechos y personajes y el esfuerzo de lograr una buena prosa” (Acebedo, 2005, p. 180).
Encasillar al periodismo como una labor poco rigurosa es, en definitiva, desestimar un ejercicio que pocos se animan a realizar. No cualquiera osa convertirse en el reportero que investiga exhaustivamente, que circula por los recovecos de la realidad, que no olvida las voces de quienes han sido silenciados y portan su propia verdad, y que no se deja seducir por la urgencia comunicativa que envuelve a la modernidad y las redes digitales. El mismo periodismo lento, pero seguro, que hoy en día está fuera de órbita y no se encuentra en los medios masivos de comunicación. Entre el Vértigo y la Memoria, me recordó que ser periodista es un trabajo para audaces, positivamente ambiciosos que no descansan hasta tener una historia digna de ser contada.
Referencias
Acebedo Restrepo, J.C (2005). Entre el vértigo y la memoria: prácticas periodísticas y construcción de la memoria en la Región Surcolombiana. Editorial Universidad Surcolombiana.
