La capital del Huila tiene problemáticas agudas de movilidad: la época de lluvias ha desnudado fallas en las carreteras, el autoritarismo de algunas dependencias de administración vehicular solo les permite enfocarse en multas y/o actos de corrupción; y en cuanto a cultura ciudadana, como neivanos seguimos ‘meando fuera del tiesto’.
Los biciusuarios son los actores vehiculares más perjudicados con el caos que en la actualidad Neiva sufre, ya que las rutas en deterioro, el poco espacio para transitar y las maniobras de otros conductores, ponen en riesgo la vida de quienes cuentan con una ‘bici’ para actividad deportiva o como medio de transporte.
En lo personal, cuando me transporto en bicicleta, uso de manera frecuente la ciclorruta de la carrera quinta, la de la Avenida La Toma, la Avenida Circunvalación y la de la carrera segunda (Centro Comercial Popular los Comuneros), zonas que son de alta peligrosidad debido a ebrios y conductores trastornados al volante y al pésimo estado en el que se encuentran las vías.
En ese orden de ideas, la ruta que va desde la sede de Postgrados de la USCO hasta la zona del Dollar City y la Alcaldía, no solo cuenta con deterioros prominentes, también se convierte en parqueadero para las discotecas y/o gastrobares; allí, de igual manera convergen otros actores como vendedores ambulantes, que aportan a que el espacio sea más limitado.
Por otro lado, la ciclorruta de la séptima con Toma es taponada por conductores de autos y motociclistas que no respetan señalización alguna, mientras que la de la carrera segunda, exactamente por la calle de los Comuneros, a pesar de lo utilitaria que puede llegar a ser en aras de evitar accidentes, no garantiza mayor seguridad para los ciclistas.
Una problemática que se le suma es la de los semáforos dañados, algo que impacienta a quienes son inconscientes del respeto por el otro en las vías, aún más cuando solo es una o un guarda de tránsito que pretende poner orden a lo que desde lo administrativo viene desordenado.
La red de semaforización no evita el riesgo que corremos los que conducimos bicicleta, pero sí es algo que está en la retina para que cuestionemos la labor de entidades encargadas de velar por la sana movilización vehicular y el espacio público.
Hay pocas garantías en favor de la integridad de los biciusuarios. Algo se debe hacer ante las problemáticas descritas, no podemos esperar a que casos como el de Juan Carlos García Sastoque (a quien Sergio Israel Rojas, funcionario de la Superintendencia De Transporte, le segó la vida luego de atropellarlo el pasado 3 de noviembre de 2024, en la Avenida Circunvalación, cerca al parque La Rebeca), se sigan repitiendo. La administración municipal, conductores y motociclistas, deben tomar conciencia y empezar a respetar a las y los bicisuarios.
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