“En el machismo está el origen de todas las violencias”: Víctor Gaviria
Ocho años después del estreno de la película “La mujer del animal”, del cineasta colombiano Víctor Gaviria, las violencias contra la mujer en Colombia siguen siendo un problema estructural de esta sociedad. Pocos medios de comunicación, artistas, académicos, han logrado narrar con tanta potencia la brutalidad de este problema como el cineasta antioqueño.
Por: Juan Guillermo Soto Medina
(Entrevista publicada en la edición 49 del periódico Desde La U)
Sentados en las ágoras de la Universidad Surcolombiana, antes de iniciar la entrevista, con la amabilidad y sencillez que lo caracterizan, Víctor Gaviria me preguntó si ya había visto su película. Le dije que sí, me la vi en Miradetodo, pues me cansé de esperar a que la dieran en alguna sala de cine de la ciudad, le confesé. Tremendo eso, hermano, dijo, por un lado lo de la piratería, pero por otro lado la censura de estas salas de cine.
La Mujer del Animal se proyectó, por muy poco tiempo, en tan solo algunas ciudades del país. Royal Films la retiró de sus salas bajo el argumento de que era una película que no se acomodaba a los criterios de un cine familiar y de entretenimiento; eso, en palabras del propio Víctor Gaviria, la condenó prácticamente a no estar en ninguna ciudad intermedia del país. Cinecolombia la presentó pero a medias, en horarios poco adecuados; luego, bajo el argumento ya mencionado, la quitaron de cartelera; “nunca me había pasado esta experiencia, hacer una película que la gente no resiste ver, por lo cruda, cruel, ¿cierto? Yo ahora estoy acompañando la película para ayudar a entenderla, al menos comentarles a ustedes de dónde viene… no es un filme que se hizo por el capricho de mortificar al espectador. Un amigo decía que era una película muy difícil de ver pero también difícil de no ver”, agregó Gaviria.
Charlamos sobre su película, el proceso investigativo que la soporta, la violencia, pero también hablamos sobre sus inicios en el cine. En la década de los 70, cuando entró a la Universidad de Antioquia a estudiar Psicología, empezó a ir a muchos cineclubes; veía a los grandes directores: Fellini, Pasollini, Bertoluchi, Tarkovsky, Fassbinder, Wender. “En esa época existía una cinemateca que influenció a mucha gente, a toda esa generación del 70; allí veíamos el cine de todos estos autores. Pero hubo una persona clave en ese proceso de autoformación cinematográfica: Luis Alberto Álvarez, un sacerdote claretiano que llegó de Alemania. Sabía mucho de cine. Él escribía una columna todos los domingos; tenía un encanto para escribir sobre cine y sus procesos, autores, y así empezó a educarnos a todos”.
En esa época hacía parte de una revista de poesía llamada Acuarimántima (título de un poema de Barba Jacob que hablaba de una ciudad inventada por él), “estábamos en la onda de leer y escribir y aprender a hacerlo, pero el cine era algo muy distante para nosotros”.
Sin embargo, hubo un festival de cine en dicha cinemateca: Festival de Cine Subterráneo. Una hermana le regaló una cámara de video Súper 8. Él, sin ser muy consciente, hizo un documental sobre unos niños ciegos, “yo grababa el sonido aparte, con una grabadora: nunca había sincronismo. Participó gente de Cali, pintores haciendo su primera película, músicos, y resulta que me gané ese festival. Casi me caigo de la sorpresa. A partir de ahí, hermano, el cine fue el camino. Me puse a leer sobre cine, luego hice otro corto, me cogió el cine y no me soltó”.
¿Desde cuándo tuvo claro que quería hacer el cine que hace: con actores naturales, comprometido con narrar las historias de los excluidos?
Víctor Gaviria: Había una cosa que lo conectaba a uno con la idea de un cine posible de hacer en Suramérica: el cine neorrealista, que era un cine comprometido, que proponía retratos sociales, por ejemplo: “El ladrón de bicicletas”, “Los Olvidados”, de Luis Buñuel, y el cine latinoamericano, sobre todo de Cuba, del Festival del nuevo cine Latinoamericano de la Habana. Había una intención de hacer un cine que sirviera para la revolución, para el cambio social, entonces, por estar bajo la influencia de este contexto, uno estaba muy enfocado en hacer un cine social.
Antes de entregarse de lleno al cine venía de la poesía, ¿considera que la poesía ha influenciado su forma de hacer cine?
V.G: Yo nunca soy muy consciente de esa relación entre poesía y cine. A veces la veo, a veces no. De todas maneras… cuando escucho esos relatos de esta mañana, ¿cierto?, a mí me parecen llenos de poesía: la niña que va a la tienda, la niña que le ayuda a la abuelita a vender frutas, la esencia de ella como niña que defiende su dignidad y que está amenazada… las historias de los arrimados, todo eso tiene una poesía impresionante; esa señora me contó algo que me impresionó tanto, una bobada, me decía que ella cuando iba al colegio (antes de que me contara que la violaban)… Nosotras éramos muy pobres, íbamos al colegio y no nos daban plata para comprar nada en la tienda, no comía en todo el día, a la hora del almuerzo yo me recostaba en una banca porque no tenía muchas fuerzas; cuando tocaban la campana para clase, me levantaba y tomaba agua. Mucha. Ese era mi almuerzo. Me contó eso hermano y me pareció tan tenaz pero tan lindo ese momento.
En su última, “La mujer del animal”, vemos que sigue fiel a su forma de hacer cine. Háblenos sobre esta metodología.
V.G: Yo trabajo con actores naturales y esto es un reto tremendo: muchas horas de trabajo, de casting, trabaja uno sobre una cuerda floja, una gran incertidumbre; para mí este es un trabajo muy bello pero un reto tremendo. Todo lo que yo he hecho, con “Rodrigo D”, “La Vendedora de Rosas”, “Sumas y restas”, y esta, “La Mujer del Animal”, es una indagación, una pregunta, un retrato constante sobre esta población y esta realidad de la exclusión. Yo propongo otras lecturas de la realidad. ¡Lo que me sorprende es que esa realidad está ahí!, no es traída de otro planeta, no es necesario hacer un gran esfuerzo para verla. Y ¿cuál es la realidad?: la necesidad, el hambre, la falta de oportunidades, de trabajo, las nulas perspectivas de futuro. La realidad es el otro, y uno se hace evidente en el otro en la medida que haya un diálogo, escuchar a otras personas; en el caso de La Mujer del Animal, entrevisté a esta señora y ella nos contó su verdad, su realidad. Ella nunca había contado eso, ella se presentó y dijo: yo soy la mujer del animal.
¿Por qué es tan importante el casting en el proceso de realización de sus películas?
V.G: Yo en el casting estoy buscando los actores pero al mismo tiempo estoy investigando. En este cine el argumento no es el comienzo de la película. Ésta comienza con la investigación de unos contextos sociales, entonces me voy de frente a ellos sin argumento, éste surge al final, después de la investigación de estos contextos. Durante la investigación yo voy haciendo el casting. En La Mujer del Animal hice por lo menos 60 reuniones de encuentros para el casting, en cada una de éstas entrevisté a 30 o 40 personas; al final yo entrevisté por lo menos unas dos mil personas, de todo tipo: niños, adolescentes, jóvenes, mujeres adultas. Entonces empezaron a aparecer muchos casos idénticos a los de Margarita Gómez, la mujer del animal; aparecían en forma de abuelo, tío, vecino, paraco, guerrillero, sicario.
¿Cómo surge la idea de hacer una película sobre Margarita Gómez?
V.G: Es una película que nace de una casualidad. Yo estaba haciendo una serie de entrevistas para un largometraje que íbamos a hacer. Entonces alguien nos llevó a una señora llamada Margarita Gómez y que se presentó como la mujer del animal. Mi marido era un matón, violador, asesino, dijo. Nos contó la historia de la película: una niña pobre, interna en el convento de las monjitas del Buen Pastor, un día ella hace una travesura, la castigan y la echan del internado pero antes de que venga su padre por ella, se vuela, pues le tiene pánico; ella se va para un barrio de invasión donde su hermana, quien la recibe. Esto pasó en los años 70. En esos tugurios ella conoce a Aníbal, alias el Animal, quien se encapricha con ella, la droga, la rapta, la lleva a una finquita y la presenta como su esposa, pero vuelve pronto al barrio como “la mujer del animal”. La película cuenta la historia de los 7 años en los que Margarita se tuvo que aguantar a este tipo. Esta mujer me cuenta esta historia, yo la grabo en video y tiempo después me vuelve a la mente, entonces luego la llamé y empecé a conversar con ella, me llené de una intuición extraña, de que tenía que hacer esta película sobre ella.
¿Por qué le atrajo tanto esta historia?
V.G: Conversando con esta mujer me convenzo de que hay que hacer esta película. Ella me dijo, “yo estuve todo este tiempo con este tipo, fue algo que yo no elegí, todo el tiempo bajo maltrato, todas las modalidades de maltrato”. Me encontré con un personaje, el animal, que no tenía ningún aspecto positivo, era la encarnación del mal; odiaba a Margarita simplemente por ser mujer. Pero ella me dijo algo que me llamó mucho la atención: “me duele mucho cada que pienso en esto que viví con este tipo, pero hay algo más que me duele al recordar, y es que nadie me ayudó”. Todo el mundo en el barrio sabía quién era el tipo: un violador, asesino, todo el mundo le tenía miedo. ¿Por qué nadie la ayudó a salir de esa pesadilla? Entonces me di cuenta que la película iba a ser no solo sobre el animal y la víctima sino también sobre el testigo. Estas historias de mujeres violadas, maltratadas y anuladas completamente, yo las había oído siempre, por allá como de fondo, aparentemente momentos oscuros de algunas mujeres; pero me di cuenta que eso no era anecdótico, que había un problema grave, sistemático, de violencia contra la mujer, y supe que debía hacer esta película como fuera. Era también una forma de reivindicación con estas mujeres y necesitaba denunciar esto.
¿Por qué considera que es importante que la sociedad colombiana vea la mujer del animal?
V.G: Ay hermano, yo tenía mucho miedo con la película, cómo iba a ser recibida, si la iban a odiar, o al director, pero veo que la película empieza a ser entendida, lo que plantea y denuncia, muchas mujeres han visto el poder que yace en mostrar el maltrato al que son sometidas y en ese sentido yo estoy seguro que la película, al seguir recorriendo el país, será de gran utilidad para los colectivos de mujeres, va ser vista por la gente, tal vez no masivamente en los teatros, ¿cierto?, pero sí en sus casas, universidades, cineclubes, va a ser una peli que va cambiar muchas ideas de la gente.
Usted dijo que en cada hombre hay un animal, y que en el machismo está el origen de todas las violencias…
V.G: Sí, en el machismo está el origen de todas las violencias, el asunto es que nadie las ve y a nadie le importa, es como si hubiera un pacto de violencia contra la mujer. Esta película escapa un poco de esa cortina de humo que ha tenido el país: la violencia política. Hemos creído que de esta violencia emergen muchas de las demás violencias y no es así.
Pero usted también ha resaltado que la exclusión es el origen de estas violencias. ¿Lo es más el machismo?
Sí. Digamos que la exclusión es un caldo de cultivo.