Los niños y los jóvenes en su entorno tan cotidiano, aburrido y repetitivo, buscan otros lugares en los que puedan expresar y aprender aspectos nuevos y atractivos. El arte es uno de ellos.

Por: Luis Carlos Prohaños, periodista SuRegión

Federico tiene 3 años, pelo rulo y un caminado zigzagueante propio de su edad. Llega de la mano de su abuela, una señora sesentona, blanca, con cachetes protuberantes, que sonríe mucho. Llegan minutos después de iniciada la sesión.

El profesor, un tipo alto, con una calvicie parcial que le ha quitado la totalidad del pelo en la corona de la cabeza, da la explicación preliminar sobre las técnicas necesarias para poder desarrollar el tema de esta sesión: la acuarela.

Para ilustrar mejor su exposición verbal, el profesor enseña unas pinturas en miniatura hechas en acuarela. En una de ellas, se ve un rostro perfectamente elaborado que por su similitud con la realidad parece una fotografía, en blanco y negro, con los ojos achinados y el pelo corto.

El maestro expone esas fotografías y el auditorio se queda pasmado en un murmullo de perplejidad y asombro, por la perfección y la similitud de la obra con la situación real. El auditorio, en un salón blanco y amplio, está conformado por niños y jóvenes que no superan los 18 años. Está dividido 50-50: la mitad son niños inquietos, que se emocionan entrañablemente y se distraen fácilmente, también; la otra mitad, son jóvenes que rondan entre los 13 y los 18 años de edad, que prestan atención y se ríen constantemente.

Después, el profesor reparte los pinceles, los recortes de cartulina y el agua para usar. También, dice, como una enseñanza con tinte de advertencia, que con la acuarela es suficiente un pizca, un toque, porque su composición, al mezclarse con el agua, se torna suficiente para que el efecto de la acuarela sea evidente.

Los jóvenes se disponen a pintar. Se siente un alivio y un desbloqueo del ambiente, propio de la satisfacción que sienten los chicos cuando están en su zona de confort.

Se trata del Taller de Historia del Arte, que realiza el Banco de la República en Neiva, todos los jueves en las horas de la tarde. Un programa creado desde el 2016, que tiene como objetivo, según Martha Monsalve, directora de la Agencia Cultural de Neiva, que desde edad temprana, entiendan y empiecen a apreciar los otros lenguajes que existen y que se expresan a través del arte.

Este evento semanal se realiza con la colaboración y participación principal de artistas. Desde el año 2017, desde la Agencia Cultural, según Monsalve, se le ha dado un enfoque local a las temáticas y con eso se incluyeron artistas nacidos en el departamento del Huila. “Acá en el Huila también existen artistas representativos, de renombre y reconocimiento, y es importante que los niños los conozcan,  lo propio.  Todos merecen el reconocimiento. Ellos Tienen un valor muy significativo” declara la directora.

Por este espacio han pasado los artistas huilenses: Sebastián Bucheli, Luz Marina Barrios, Jairo Plazas, Patricia Ayerbe, Guillermo Martín, Helmut Soltau, Pedro Nel Villalobos, María Cristina Flores, Mario Guzmán y Ferney Díaz en este caso.

Un espacio, a juicio personal, que hace parte de los pocos que logran convertirse en una alternativa, en todo el sentido de la palabra y con lo que eso implica, para los niños y los jóvenes, que se reúnen cada semana para pintar, soñar y dejar volar su ingeniosa e inquieta imaginación.

Una vez los chicos se disponen a pintar, paleta, pincel y caballete en mano. El salón se hace risas y ruido.

Después, Federico le lleva su dibujo, pintado en acuarela, al profesor, de la mano de su abuela. El profesor lo examina unos segundos y pregunta:

  • ¿Lo hiciste tú?

La abuela responde:

      -No, yo le ayudé

Entonces, el profesor inicia un discurso llamativo y contundente:

  • Está bien eso. Pero la idea no es esa. Los niños, como él, tienen una capacidad artística muy grande por desarrollar. Está bien que lo ayudes, pero él lo puede hacer sólo. Y debe hacerlo.

El dibujo era el de un paisaje rural con un color café muy enfático.

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Después, 10 minutos más tarde, con Federico alzado en sus hombros, el profesor le expone a todo el auditorio el dibujo hecho, esta vez sí, de sus propias manos. Esta vez el dibujo es similar, pero sin tanto énfasis en el café, logrando una similitud cercana a la técnica de la acuarela.

Todo el auditorio aplaude, Federico sonríe y sale como un rey en su trono.

La lección está ahí, en el sótano de un edificio del centro de la ciudad: la idea y la intención por la esencia misma del arte es despertar la sensibilidad, lograr que el espíritu individual reconozca en su vocación el lugar de una expresión genuina.

El profesor es Ferney Ortiz, un especialista en Ciencias Visuales, egresado de la Universidad Surcolombiana. Un tipo escueto en sus ademanes y corto de palabras, quien expresa, según su visión, que el arte es justamente esto: practicar y practicar; superar el embrollo discursivo y retórico. Y, especialmente, en el caso de los chicos, es apostar por la experimentación práctica sin pretensiones.

Según el profesor Díaz, entre tantas otras, estas son las razones por las que la promoción del arte, debe ser una constante en los jóvenes, y sus críticas al sistema en general, y sus daños a la difusión artística:

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Mientras tanto, los jóvenes ensimismados en su creación artística, se esfuerzan por mezclar de manera justa y adecuada el agua y la pintura. Se ven a aparecer en los papeles: pájaros, paisajes, bocetos, flores y animales (insectos y anfibios); a estos chicos la naturaleza los

Hay una característica común en las pinturas y la actitud de los pintores experimentales de corta edad: mucha calidad y un entusiasmo incomparable que los moviliza, los sensibiliza y los emociona.

«Algunos siguen viniendo, porque siempre encuentran algo nuevo» señala Martha Monsalve.

La historia del arte para los niños.