El 24 de febrero de 2022 marcó un precedente en la historia del viejo continente, ya que este día fue en el que Rusia atacó Ucrania con potentes bombardeos y una fuerte armada terrestre, luego de meses asediando la frontera ucraniana. Pero, ¿qué hay detrás de este conflicto? ¿Fue realmente ese el comienzo de la enemistad entre los dos países con pasado soviético?
Por Nicolas Torres, periodista de Suregión
Ucrania, uno de los países más extensos de Europa, desde el año 2022 ha estado inmerso en un fuerte conflicto con Rusia que le ha dejado más de 17 mil civiles muertos y por lo menos más de 70 mil soldados dados de baja. Este conflicto ha sido la raíz de tensiones entre el bloque occidental y el bloque oriental, causando una gran cantidad de sanciones económicas al país ruso y un fuerte impacto en los precios de productos que importa Ucrania, como lo es el trigo o los aceites a base de semillas.
Para sorpresa de muchos, esta guerra cumple ya dos años de haberse iniciado. Durante ese tiempo los planes rusos han cambiado mucho y Ucrania ha dejado ver su fuerza, en distintas ocasiones de la guerra, al saber aprovechar el apoyo armamentístico que ha llegado desde el bloque occidental, bloque que lucha de manera indirecta en la región.
Con todo lo mencionado anteriormente, nos preguntamos si realmente ese fue el punto de quiebre entre dos países que tienen un pasado muy relacionado al ser parte de la anteriormente conocida Unión Soviética. Así que vamos a desentrañar todos los factores que llevaron a esta cruenta guerra que lleva a Europa a ser el escenario de un nuevo conflicto.
Ucrania, a lo largo de su historia ha estado anexada a varios imperios y países, pero en mayor medida hizo parte de Rusia, siendo una región del Imperio Ruso. Esto fue así hasta que en 1919 declaró su independencia de los rusos con la Guerra Civil Rusa, pasando a ser la República Popular de Ucrania. Este nuevo Estado estuvo inmerso en una guerra civil de independencia que dividió al país en dos, una parte se convirtió en la República Socialista Soviética de Ucrania (RSS) y el resto del territorio sería anexado a naciones colindantes.
Ya en 1922, después de asegurarse el dominio de todo el territorio, la RSS de Ucrania se une con las demás Repúblicas Soviéticas Socialistas para firmar el tratado que establecería la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas (U.R.S.S) en ese mismo año. Al momento de la repartición de territorios durante la segunda guerra mundial, regiones de los polacos y demás regiones colindantes se unieron al territorio soviético ucraniano, esto sin contar la estratégica península de Crimea con costa en el mar negro, que seguiría siendo rusa a pesar de ser un reclamo histórico de los ucranianos.
Esa reclamación fue solucionada por Nikita Jrushchov, líder de la Unión Soviética, que decidió que la península pasará a ser parte de Ucrania en 1954, haciendo hincapié en que siguiera teniendo el manto común soviético que existía en Eurasia en esos años.
Para 1991 caería la Unión Soviética y con eso llegaría la consolidación oficial de Ucrania como país independiente; sin embargo, mantendría una excelente comunicación con la República Rusa, la cual había sido la región más influyente de la Unión Soviética.
Las tensiones iniciarían cuando Ucrania empezaría a reforzar los lazos con occidente, tanto así que en 2012 se haría el acuerdo de la asociación de Ucrania a la Unión Europea.
Todo esto incómodo de sobre manera a Rusia, quien mantenía una comunicación limitada y una fuerte tensión con occidente, lo que generó que empezaran a hacer presión a Viktor Yanukóvich, el presidente ucraniano de aquel entonces, para que en 2013 se le diera fin a ese acuerdo de entrada del país a la Unión Europea.
En consecuencia, se generarían protestas en el país por la repentina decisión de hundir el acuerdo. Este movimiento tiene el nombre del Euromaidán, unas protestas de naturaleza europeísta que pedían en principio que se reanudarán las conversaciones para integrar Ucrania a la Unión Europea, haciendo caso omiso a Putin y su pasado soviético.
Estas protestas dejaron 100 muertos y finalizaron con la huida de Yanukóvich del país. La situación empeoró cinco días después, cuando grupos armados pro rusos entraron a Crimea, tomaron las principales instituciones de la península e izaron la bandera rusa en las astas, todo esto con el apoyo del gobierno de Putin. Después de tomar dichas instituciones, instauraron un gobierno de facto que declararía la independencia de Crimea. Posterior a la creación de la República de Crimea, se convocaría un referéndum para aprobar la anexión de la península a Rusia. Dicho referéndum ganó por mayoría y se completaría la anexión al territorio ruso, siendo algo que Ucrania no se lo tomó bien y terminaría de fracturar las relaciones de ambos países.
Después de que todo eso hubiera sucedido, Putin admitiría públicamente que los grupos pro rusos eran en verdad militares de su gobierno. Además, se les premió con medallas por haber ejecutado lo que fue llamado “El regreso de Crimea”.
En consecuencia, por dicho acto, las relaciones de Rusia con occidente quedaron en punto de quiebre y fueron expulsados del grupo de países más industrializados del mundo: el G-8. También la Unión Europea reaccionaría por la anexión de Crimea a Rusia implantando duras sanciones económicas a Moscú que siguen vigentes en la actualidad. Un punto importante que vale la pena tener en cuenta, es que la mayor base militar naval rusa está en Sebastopol, una ciudad con costa en el mar negro. Antes del suceso en Crimea, Rusia pagaba una renta para seguir las operaciones en esa base, algo que con la toma de la península ya no tienen que hacer.
Tal fue el golpe, que en 2014 se presentaron más tomas de grupos pro rusos en varias localidades en todo el territorio ucraniano del este, lo cual generó enfrentamientos con el ejército del país. El empuje fue tan severo en la región del Donbás, que el 11 de mayo las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk se declararon independientes sin reconocimiento internacional. Esto iniciaría la llamada Guerra del Donbás, que iría del 6 de abril de 2014 hasta el 24 de febrero de 2022, dando así lugar a casi 14 mil muertes entre los dos distintos bandos enfrentados y bajas civiles.
Durante esa guerra se acusó a Rusia de apoyar a los separatistas para desestabilizar el gobierno ucraniano, algo que negaban desde Moscú. También las Naciones Unidas dieron el alarmante comunicado del deterioro de los derechos humanos y de la alarmante cantidad de casos de crímenes de guerra. Todo esto dejó una cifra de 1,5 millones de desplazados en la región. También se le suma a esta guerra, el uso de un misil de fabricación rusa contra un avión comercial de Malaysia Airlines, dejando sus 300 ocupantes asesinados y una aeronave totalmente destruida.
Esto nos lleva al mes de noviembre de 2021, que fue el mes cuando por primera vez se reportaría la presencia de soldados rusos en la frontera de Ucrania según informaría dicho país. Así pasaron dos meses más, hasta que crecería la tensión en enero de 2022 cuando Bielorrusia y Rusia llevarían masivas maniobras militares cerca de la frontera ucraniana. Algo a destacar, es que el país ruso movilizó aproximadamente un tercio de todo su ejército para simples ejercicios militares.
Ahí fue cuando diferentes dirigentes del occidente de Europa alzarían su voz ante tal movilización militar. Entre esos encontramos al presidente francés Emmanuel Macron y el Canciller alemán Olaf Scholz, quienes se reunieron con Vladimir Putin en busca de calmar la situación y evitar una escalada de las tensiones. Mientras eso sucedía, Estados Unidos aparecía en la escena alertando la posibilidad de una invasión rusa de Ucrania. Por su parte, el gobierno ruso desestimaba esas acusaciones diciendo que son simples ejércitos militares que pronto tendrían fin.
Entre tensiones y acusaciones, el 14 de febrero de 2022, Estados Unidos volvería a alertar sobre una invasión rusa de Ucrania. Esta vez, diciendo que según información de inteligencia, Rusia atacaría Ucrania el 16 de febrero. Sin embargo, Rusia afirmó ese mismo día que los ejercicios militares habían acabado y que sus fuerzas se retiraban; este hecho no se confirmaría mediante imágenes satelitales de la frontera ucraniana en los días posteriores al anuncio.
Con la tensión por las nubes, el aeropuerto de Kiev tampoco ayudaría a calmar los ánimos que se vivían, esto al ser la puerta de entrada de aviones estadounidenses y británicos que venían cargados de ayuda militar ante la creciente posibilidad de que estalle un conflicto en el oriente de Europa. A pesar de que en occidente las alarmas no dejaban de sonar, en Ucrania la población permanecía tranquila, pues para ellos no sucedería nada, tal y como otras situaciones que vivieron previamente. Tanto así, que el mismo Volodímir Zelenski, presidente de Ucrania, pide a Estados Unidos no alarmar a la población y así mismo no echar más leña al fuego que ya ardía bastante.
Para este momento, el conflicto interno que ya estaba viviendo Ucrania empieza a subir el nivel de sus escaramuzas en la región del Donbás. Esta situación es mencionada en un discurso de Putin en la televisión del país el 21 de febrero, donde habla de un genocidio en Ucrania, de cómo la OTAN rodeo a Rusia rompiendo sus promesas y como los ucranianos tienen voluntad de desarrollar armas nucleares.
El día siguiente, la tensión aumenta aún más en un nuevo discurso de Putin. Esta vez reconociendo las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, también pide a Ucrania no unirse a la OTAN y que disuelva su ejército. A esto se suman nuevas advertencias estadounidenses que hablan de un ataque ruso inminente, con las que sugiere el advenimiento de una guerra inminente.
Así se llega a la madrugada ucraniana del 24 de febrero de 2022, donde nuevamente Putin aparece en la televisión rusa hablando de un genocidio a los rusos del Donbás y que buscaba la caída del gobierno ucraniano y su “desnazificación”. Justamente después, se producen bombardeos contra objetivos estratégicos de Ucrania. Sumado a eso las fuerzas rusas invaden Ucrania desde Rusia y Bielorrusia, asestando un fuerte ataque en pocas horas.
Desde entonces ha sido tal la cantidad de atrocidades en dos años, que nos hace recordar las anteriores guerras que ha vivido el ser humano en su historia. Por ejemplo, podemos encontrar la masacre de Bucha perpetrada por soldados rusos cuando tenían el control del territorio, un hecho que marcó la historia de este conflicto al conocerse cómo se torturó y asesinó, de manera casi sistemática, a la población civil de dicha localidad.
Hoy vemos un escenario en el que una solución pacífica es bastante lejana, pues el bloque occidental, según varios analistas, ve como un aliado providencial a Ucrania al ser un Estado fronterizo con Rusia; para demostrar su apoyo a los ucranianos le han estado enviando armamento militar desde occidente para cubrir las necesidades del ejército amarillo y azul en este conflicto.
Todo intento de negociones de paz se ve lleno de obstáculos. Las dos partes se niegan a ceder, una por orgullo patriótico y la otra por demostrar el poder y volver a hacerse notar como una gran potencia militar. De igual forma, ninguno de los dos bloques busca un final pronto a la guerra en Ucrania, puesto que el conflicto se ha convertido en un escenario propicio para experimentar como es y será la guerra moderna con los distintos avances tecnológicos en el sector armamentístico.
Es difícil saber si el final está cerca, pues la guerra de desgaste da lugar a una fuerte resistencia de parte de ambos bandos. Esto se traduce a ganancias que se cuentan por escasos metros de territorio y no por kilómetros como en los primeros meses. Esto nos deja con un escenario en el que hay poca probabilidad de ver un final de la guerra este año e incluso en 2025.
Algo que puede cambiar un poco el escenario, son las elecciones en Estados Unidos y una posible victoria de Donald Trump en las mismas. ¿Qué pasará con Trump al poder? Eso es algo que sabremos este año y que puede afectar tanto positiva como negativamente a Ucrania.
Otro aspecto que podría cambiar el escenario, es que Rusia se haga fuerte y logré bajar la moral ucraniana y causar dudas en el bloque occidental. Esto haría que la Unión Europea y el resto de occidente se replanteara el envío de ayuda militar a Ucrania, lo que podría ser positivo para Rusia, pues vería cómo la defensa de los ucranianos empieza a perder fuerza. Dicha situación podría forzar a unas negociaciones.
Solo podemos esperar a que el conflicto se siga recrudeciendo y a que Ucrania siga ganando confianza para golpear el territorio ruso, como hemos visto en otras ocasiones; de igual forma, que gane moral y fuerza para asestar grandes golpes a Rusia en la búsqueda de recuperar la totalidad de su territorio.