Por: Mariana Cortés Villarreal

Estudiante de Comunicación Social y Periodismo

En una sociedad aún dominada por estructuras patriarcales, las mujeres y disidencias de género han encontrado en el arte y en la música una poderosa herramienta de resistencia y reivindicación. En Neiva, el Festival ReexistE se ha consolidado como un espacio político-artístico que busca visibilizar y empoderar estas voces históricamente silenciadas.

Con el objetivo de circular las voces de mujeres artistas que desde diferentes apuestas sonoras generan resistencia a las distintas violencias que crea el patriarcado como institución histórica de opresión, este 23 de noviembre se realizará el Festival ReexistE, una apuesta cultural propuesta por el movimiento de mujeres de Neiva Juntas Resistimos, el cual ha abanderado la lucha en contra de las violencias basadas en género. El Festival, que se desarrollará en el Centro de Convenciones José Eustasio Rivera, pone sobre la mesa, con la cultura y el arte como arma principal, la discusión de las violencias en contra de las mujeres.

Orígenes: un festival para visibilizar y resistir

Desde el 2017, el ReexistE nace como una respuesta a las constantes movilizaciones de mujeres en la ciudad, buscando cerrar cada 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, con un encuentro artístico que posibilitara conglomerar a las diversas organizaciones e individualidades en un espacio tras la marcha.

Integrantes de la organización feminista Confluencia de mujeres.

Desde este ejercicio constante se crea el escenario de articulación y coordinación del movimiento feminista del departamento del Huila, Juntas Resistimos, explica Sandra Solano, una de las organizadoras. Es así como en 2019 y 2020, el festival logró amplificar las voces de mujeres artistas que, desde diferentes propuestas sonoras, generaban resistencias a las violencias del patriarcado.

Finalmente, en 2021 germina el sueño del ReexistE, buscando dar un impulso aún mayor a estas voces y organizaciones, donde “importa que se note la alegría, la resistencia, la marikada y las múltiples maneras en las que decidimos revelarnos contra la violencia del patriarcado”, afirma Solano.

Es clave mencionar que las diferentes versiones del festival se han construido y han sido posibles por ejercicios de autogestión, como el mercado de pulgas realizado por mujeres universitarias, la venta de bonos solidarios y las diferentes iniciativas del voz a voz que han logrado aportar a la realización de este espacio artístico, que desde sus inicios le apuesta a las voces sistemáticamente silenciadas.

Un espacio seguro para el arte, mujeres y comunidad LGBTI

El ReexistE Festival es un espacio político-artístico feminista, impulsado por las organizaciones LGBTI Arrechera Bambuquera y la Confluencia de Mujeres. “Nuestro objetivo es contribuir a la erradicación progresiva de las violencias basadas en género a las que estamos expuestas las mujeres y disidencias de género en el departamento del Huila”, afirma Aura Borrero, una de las organizadoras del festival.

Integrantes de la organización político-artística LGBTI Arrechera Bambuquera.

Pues con relación a la violencia contra la mujer en la capital opita, entre el periodo comprendido entre enero y mayo de 2023, se registraron 811 casos que fueron atendidos por el sector de salud, así lo señala Clara Eugenia Peña, secretaria de la Mujer, Infancia y Adolescencia de Neiva.

En cuanto al informe Incontables: Sin registro, no hay memoria, realizado por la Corporación Caribe Afirmativo, en torno a la violencia contra la comunidad LGBTI durante el 2023, se registran que 155 personas sufrieron de violencia policial; además, hubo 2.333 casos de amenazas y 412 hechos de violencia sexual, 18 de ellos ocurrieron en el departamento del Huila. Adicionalmente, 1.108 personas padecieron casos de discriminación por motivos de orientación sexual o identidad de género.

En esta cuarta edición, el ReexistE se ha propuesto visibilizar aún más las expresiones artísticas de mujeres y disidencias, entendiendo que enfrentan mayores desafíos en la escena cultural local. Por esta razón, el proceso de elección de artistas y emprendedoras tiene como objetivo no deteriorar su labor, asegurando un pago equitativo por su implicación. “Son múltiples debates en grupo, ya que conlleva a la reflexión sobre lo económico y lo político. Hemos pactado que todos los artistas asociados obtengan un sueldo por su participación en el festival”, señala Borrero.

Adriana Lizcano y Edson Velandia son dos de los artistas sobresalientes de esta edición, por su propuesta musical y comunitaria, con la cual se han abierto un camino artístico que se entrelaza con la lucha social contra las desigualdades. Adicionalmente, estarán presentes Laura Pérez, una artista de Bogotá que presenta una propuesta basada en “la piel y el corazón».

También estará Camila Noches, una artista local con un notable avance en el campo del arte, reconocida por su profundo compromiso con la representación de la resistencia y la visibilidad de las voces femeninas en contextos de conflicto. A lo largo de su trayectoria, Camila ha utilizado su música para abordar experiencias de dolor, duelo y dignificación, especialmente relacionadas con el desplazamiento y la violencia de género. Su deseo es no solo lograr visibilizar su contexto de desplazada por la violencia, sino también el de las demás personas, de modo que encuentren en ella una voz en la que se puedan identificar. Camila destaca la importancia de la participación en festivales como este, ya que fomentan la creación de redes de apoyo y colaboración, “creo que lo más importante es no demostrarles a los hombres que nosotras también hacemos música, sino dar un ejemplo de que no necesitamos depender de la opinión masculina para sentirnos a gusto con lo que hacemos”, asegura la artista. Asimismo, resaltó la importancia de contar con espacios seguros que permitan a las mujeres sentirse escuchadas y apoyadas: “es importante que tengan lugar este tipo de iniciativas para hacer visible diversas problemáticas; además, en este espacio el arte no pasa desapercibido, sino que es el medio para dialogar”, afirma.

Tercera versión del festival ReexistE.

El ReexistE, más allá del escenario, aspira a crear redes de respaldo y potenciar las carreras de estas mujeres. Esto se debe a que el festival se ha diseñado desde los sueños compartidos, desde las memorias musicales y los variados lenguajes que se congregan para tratar, incomodar y sugerir nuevas formas de agruparse en las calles, en la tarima, en el círculo o en las conversaciones diarias. En este sentido, en cada edición se trabaja procurando siempre llevar el mismo mensaje: transformar realidades, asegura Angélica Narváez, integrante del festival.

Retos y aspiraciones para la cuarta edición

Aunque los obstáculos económicos han sido un desafío constante, las organizadoras del ReexistE mantienen grandes expectativas para esta cuarta edición. “Sabemos que hacer festivales alternativos en esta ciudad no es nada fácil; solo esperamos que impacte de alguna manera, visibilizando lo que ocurre con las mujeres y las disidencias de género en esta ciudad”, comenta Narváez.


Cada edición del ReexistE aspira a establecerse como un lugar que no solo festeja la diversidad, sino que también fomenta la conciencia y la reflexión acerca de las situaciones a las que se enfrentan mujeres e individuos de diverso género. Pese a los obstáculos, el Festival continúa expandiéndose con el objetivo de transformarse en una plataforma de transformación y fortalecimiento para su comunidad.

Desde que tuvo lugar su primera versión, el Festival ha probado ser más que un acontecimiento cultural; es un acto de resistencia y un espacio de sanación para mujeres y disidencias de género que encuentran en el arte un medio de expresión y fortalecimiento. A través de sus iniciativas, el festival se consolida como un escenario que enfrenta las violencias estructurales y celebra la diversidad.  A medida que crece y suma más voces, sigue promoviendo el cambio y construyendo una comunidad que defiende un mundo más equitativo y libre de discriminación y violencia. Es un recordatorio de que la cultura puede convertirse en un instrumento de transformación y en una ruta hacia un futuro libre de conflictos.